Colores Virgen de la Altagracia inspiraron los de bandera RD
EL AZUL, EL BLANCO Y EL ROJO QUE ADORNAN EL SÍMBOLO PATRIO DE NUESTRO PAÍS FUERON TOMADOS DEL CUADRO DE LA VIRGEN, SEGÚN UN ESCRITO QUE DATA DE 1920-21
Altagracia Moreta Féliz Especial para LD
Santo Domingo
“Los colores dominantes de la pintura del cuadro de la Virgen de la Altagracia son tres: azul, blanco y rojo, en ellos debieron inspirarse para la formación de nuestra bandera, los creadores del pabellón nacional, uniendo los tintes de la enseña a otro símbolo, el de la cruz, que es signo imperecedero de justicia y redención”.
Este antiguo escrito publicado en “La Cuna de America” en el siglo 1X (1920-21) por el director de esa revista, Feliz M. Pérez, y que presenta en sus palabras una sorprendentemente evocación, que parece ajustada, al momento que actualmente vive el país dice : “Ese pueblo afligido, atormentado por tan grandes dolores, vuelve sus ojos una vez mas hacia el alegórico cuadro que reproduce a la Santa Familia, para pedirle la caridad de sus favores, y lo alto, que jamás ha desoído un reclamo de este pueblo, para ayudarnos y protegernos haciéndonos aceptable una vida llena de zozobras y de vicisitudes” y pide que por piedad se muevan los poderes del cielo por el bienestar y la tranquilidad de una patria restaurada, próspera y feliz.
Explica que en Santo Domingo, donde la fe ha resplandecido siempre como astro de primera magnitud en todos los órdenes sociales, la Santísima Virgen de la Altagracia ha sido por excelencia el objeto de más alta veneración, legado dejado por nuestros antepasados y que debe ser conservado para las generaciones futuras a través de los tiempos, la lengua y las costumbres de los viejos progenitores.
“Las creencias religiosas, cualesquiera que sean sus orígenes, entrañan siempre un verdadero principio de moral social, enseñanzas ejemplarizadoras que son en todo momento cauce abierto a la corriente de las buenas acciones y dique poderoso contra la torrente impetuosa de los vicios que afean la vida humana.
Historia antigua de la aparición “La curiosa aparición de la virgen de la Altagracia data de fines del primer siglo de la colonización de esta isla.
La tradición al hacer memoria de aquel hecho extraordinario nos brinda una relación patética y sugestiva, llena de amor y de exquisita belleza que nos revela la preocupación de una parte de la humanidad por las cosas materiales y mundanas, y por otra parte, la inspirada revelación cristiana de cuantos fortificación de su espíritu con el pan de la oración”, explica el antiguo documento de Feliz M.
Pérez, en la Cuna de America, y reproducido también el viejo Boletín Eclesiástico, del siglo lX.
“Cuentan nuestros antepasados que allá. en los confines del cacicato de Hicayagua, en las florecientes regiones del valeroso Caracoa, cabe el rumoroso Duey, uno de los primeros pobladores españoles de aquella porción, hará ya más de tres siglos, formó y educó con singular posición económica su familia.
Dos niñas en la flor de su juventud, una dada a toda clase de diversiones, otra humilde de corazón y consagrada a las ocupaciones del hogar y a los ejercicios de la prácticas cristianas”.
Como el padre hacía frecuentes viajes a la capital, donde cambiaba los frutos de su hacienda por provisiones, al despedirse de la familia la niña como le llamaban, por ser la menor de sus hijas le encargaba con insistencia la Virgen de la Altagracia, la que el padre se empeñaba en conseguir, puesto que ella tenía la seguridad de que existía tal imagen.
La otra hermana en cambio, encargaba adornos, trajes, cintas y encajes. Por lo que al inicio de este articulo el autor hace la relación o moraleja de esta historia, diciendo que una parte de la humanidad se inclina sólo por las cosas materiales dejando a un lado a la otra parte, lo espiritual.
En este hecho están representados los dos extremos, y es importante observar este dato.
La historia explica, que el padre ansioso por satisfacer el deseo de su hija, consulta con los más connotados ministros de la iglesia, pero nadie había oído ni siquiera nombrar la Virgen de la Altagracia En un viaje que el padre hizo en el mes de enero, la niña reiteró su petición, de manera que el viejo español pensó que tal obstinación y empeño de la niña, pretendiendo unas cosas imaginarias y una extraña revelación, no podía ser de un juicio sano, cuando los ministros de la iglesia ignoraban la existencia de esa imagen.
“Pero he aquí la solución misteriosa del enigma”, sorprendido el padre por la noche en el camino, fatigado por la ruta, cerca del paso de los dos ríos, resolvió esperar el día en un pequeño bohío, donde unos campesinos le dieron albergue, allí se le acercó un anciano de larga barba blanca y con un pergamino enrollado en las manos se paró en la puerta y dijo “aquí tienes el encargo de la niña, emprended enseguida el camino que Dios te bendice y su madre santísima te guía’’. Desapareciendo al instante.
La historia narra la feliz sorpresa de aquel padre al desenrollar el pergamino y ver los luminosos colores de la virgen y la alegría de la niña al recibir la imagen, en la mata de naranja de aquel hogar donde fue exhibida por muchos años a las personas que venían de todas partes, atraídas por los milagros de Nuestra Señora de la Altagracia, que hoy es venerada en el santuario de Higuey.
DESCRIPCIÓN DEL CUADRO DE LA VIRGEN
La virgen de la Altagracia, reproduce el busto de María, la cabeza inclinada, con las manos juntas en actitud de oración ante el niño Jesús, recostado entre secas pajas y humildes pañales, es símbolo de bondad y de gracias. A su espalda, a la derecha, San José, con abnegación y paternal amor. Este cuadro plasma la trilogía más hermosa que ha podido concebirse.
A lo alto, una estrella envía sus rayos de luz sobre la tierra, que es la luz divina que sin cesar nos viene de lo alto para inspirar a los hombres en la fe que obra milagro y mueve montañas.
Los colores predominantes son los de nuestra bandera azul, blanco y rojo, explica el escrito del siglo lX.
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